Jueves,
5 de febrero de 2018
Mc 6, 7-13
“En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos
en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada
tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla
en la faja; sino: ‘Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas’. Y les
dijo: ‘Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si
algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo
de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos’. Y, yéndose de allí,
predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con
aceite a muchos enfermos y los curaban”.
COMENTARIO
Hay muchos momentos de la
vida de Cristo y de sus apóstoles que no conocemos. Por eso muchas veces nos
imaginamos que siempre estaban juntos. Sin embargo este texto nos muestra que,
en determinado momento, envió a los Doce a predicar la Palabra de Dios.
Jesús no los envía de cualquier
forma. En primer lugar, los envía con unas instrucciones muy concretas: no
deben llevar más de lo necesario porque Dios sabe que sus trabajadores no les puede faltar el
sustento y ha de proveer sus necesidades.
Pero hace, también otra
cosa: les transmite, les otorga, les dona, una serie de poderes propios del
Creador y de todo su poder. Por eso tendrán poder sobres los demonios y se les
provee del don de curar, de la curación de los padecimientos físicos.
JESÚS, ayúdanos ser tus enviados ahora
mismo, en este siglo nuestro.
Eleuterio Fernández
Guzmán
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