29 de enero de 2018

Los intereses del hombre



Mc 5,1-2.9-13.17.20


“1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. 2 Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo 9 Y le preguntó: ‘¿Cuál es tu nombre?’ Le contesta: ‘Mi nombre es Legión, porque somos muchos.’ 10 Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región. 11 Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; 12 y le suplicaron: ‘Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.’ 13 Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara - unos 2.0000 se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar.

17 Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.

20 Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús
había hecho con él, y todos quedaban maravillados.”


COMENTARIO

No podemos negar que nuestros intereses mundanos no suelen ser los que siempre nos convienen. Y el caso que hoy nos trae el Evangelio de San Marcos es síntoma de que las cosas no son como deberían ser.

A los propietarios de los cerdos les parecía de poca importancia que hubiera un hombre que tuviera un demonio dentro. Eso les traía sin cuidado. Ellos estaban más a sus intereses humanos y mundanos y preferían su poder económico antes que la curación de un enfermo que, a lo mejor, hasta había sido amigo suyo.

Jesús sabe, sin embargo, qué es lo que importa. Y, por tanto, le saca el demonio de dentro. No nos extraña, para nada, que unos, según eran, criticaran aquello y que el beneficiado por el amor de Jesucristo proclamara su gozo y su creencia en aquel Maestro que lo había curado.


JESÚS, ayúdanos a creer y a no poner nuestros egoístas intereses por encima del bien del prójimo.


Eleuterio Fernández Guzmán

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