Viernes,
8 de septiembre de 2017
COMENTARIO
Los textos bíblicos que
se nos ofrecen para el día de hoy, 8 de septiembre, tienen que ver con la
generación de Jesucristo, con la venida al mundo del Hijo de Dios.
Permita Dios que, sin
embargo, dediquemos este pequeño comentario a lo que celebramos hoy: el
nacimiento de su Madre.
María debía venir al
mundo, así estaba dispuesto en el corazón de Dios desde ante de todo, en su
misma eternidad. Por eso la privó, para su bien, del pecado original en el
momento de ser concebida, también, de forma milagrosa por una mujer ya anciana.
María vino al mundo para
que el mundo se salvara. Tal era la misión que tenía encomendada en su corazón.
Y, como no podía fallar… no falló.
Pero hoy, 8 de
septiembre, celebramos (y damos gracias a Dios por eso) que nuestra Madre, y la
suya (o, mejor al revés) nació. Y estamos exultantes y gozosos, como el
salmista que da gracias al Todopoderoso por haberlo defendido. Y es que no fue
poco que María nos defendiese del Mal aceptando, con un sí eterno, la propuesta
que, años después (tampoco muchos, la verdad) le hiciera Gabriel, el Ángel de
Dios.
DIOS
Y PADRE NUESTRO, gracias por darnos a María, tu Madre y la
nuestra.
Eleuterio Fernández
Guzmán
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