10 de febrero de 2014

Día del enfermo: fe y caridad

ELEUTERIO





Tal es el lema de este año para el denominado “Día del enfermo”. Y se apoya en un texto de la Primera Epístola de San Juan (2, 16) que dice, en concreto:

“Dar nuestra vida por los hermanos”.  

Y es que inmediatamente antes, en el comienzo de tal versículo, dice el más joven de los apóstoles que “En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros”.

Por tanto, se establece una relación directa entre lo que es caridad, la fe y que es Cristo la fuente de tal amor y de tal fe. Y, a partir de una y otra realidad, se entiende mejor lo que supone la atención a quien pasa por un momento delicado de su vida y que necesita el apoyo, la comprensión y, en definitiva, el amor de su prójimo.

Para este día, el Santo Padre Francisco nos ha ofrecido un Mensaje en el que resalta, precisamente, tanto la fe como al caridad con relación al enfermo, a los enfermos y, en definitiva, a todos nosotros que, en un momento u otro de nuestra vida terrena estaremos en el grupo de tales personas.

En el punto 2 del Mensaje nos dice que “El Hijo de Dios hecho hombre no ha eliminado de la experiencia humana la enfermedad y el sufrimiento sino que, tomándolos sobre sí, los ha transformado y delimitado”.

Por tanto, y dicho esto con relación al texto bíblico origen de todo esto, es bien cierto que Jesucristo, el Enviado por Dios al mundo para procurar su salvación eterna, no consiguió, digamos, que al enfermedad fuera erradicada del mundo. Eso no era posible porque la propia naturaleza del ser humano lleva implícita la posibilidad de que la salud se venga abajo por muchas y muy variadas circunstancias. Por eso Cristo no erradicó la enfermedad: eso no era posible.

Sin embargo, lo mismo que hizo, en general, con todo lo que se refiere al ser humano, sí colaboró mucho en que la enfermedad, decimos irremediable porque no tiene remedio que caigamos en ella, tuviera un sentido sobrenatural y que la misma, bien entendida desde el punto de vista espiritual, fuese llevada con un ánimo distinto al que la lleva quien no cree en Dios y en que su Santa Providencia tiene previsto para nosotros lo que tenga que tener previsto.

Todos, pues, en un momento u otro, caeremos enfermos. Entonces, entra en juego lo que de cristianos tienen los demás, que así lo sean y, cuando se trate de nosotros, lo que nosotros tenemos de tales. Por eso, en el punto 3 del Mensaje dice el Papa Francisco que: “Cuando nos acercamos con ternura a los que necesitan atención, llevamos la esperanza y la sonrisa de Dios en medio de las contradicciones del mundo. Cuando la entrega generosa hacia los demás se vuelve el estilo de nuestras acciones, damos espacio al Corazón de Cristo y el nuestro se inflama, ofreciendo así nuestra aportación a la llegada del Reino de Dios.”

Y es que no es que sea cosa nuestra el consuelo del que pueda gozar un enfermo sino que, como con tantas otras cosas pasa en materia de fe, se trata de Dios, Padre Misericordioso, quien pone en nuestro corazón voluntad de ser caritativos con el enfermo y de mostrar que tenemos una fe que, entre otras realidades, se impone ante los egoísmos particulares en los que podemos caer.

Fe y caridad.

Estas dos palabras, tan relacionadas con la creencia en Dios Todopoderoso, juegan, han de jugar, un papel muy importante en lo referido a los enfermos. No han de ser vocablos huecos sino llenos de la Verdad que es Cristo, Médico llamado del alma y, por eso de nuestro mismo cuerpo.

Y por eso, en el punto 5 de su Mensaje, nos dice el Santo Padre Francisco lo que es muy importante y que tanto tiene que ver con nosotros mismos y lo que creemos: “San Juan, el discípulo que estaba con María a los pies de la Cruz, hace que nos remontemos a las fuentes de la fe y de la caridad, al corazón de Dios que ‘es amor’ (1 Jn 4,8.16), y nos recuerda que no podemos amar a Dios si no amamos a los hermanos. El que está bajo la cruz con María, aprende a amar como Jesús.”
Dios, claro, es Amor y nosotros, sus hijos, sólo podemos, debemos, ser caritativos con quien lo necesita si es que pasa por momentos difíciles en la vida causados por la enfermedad. Fe y caridad, Fe y Amor no son más que las dos caras de la moneda de la esperanza.


Eleuterio Fernández Guzmán

Publicado en Análisis Digital

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