Yo también
tengo un sueño: para nuestro país y para este mundo globalizado. Pero pienso
más en España porque es lo inmediato y por algunas características
propias. Deseo vivir en una nación libre, realmente libre.
Hablo desde una instancia moral, no política, aunque ésta tenga mucho juego en
la libertad. Para comenzar juzgando ese predio, casi se limita a votar cada
cierto tiempo. Y elegimos generalmente al primero de una lista, muy probablemente de otra circunscripción.
Sueño con más participación ciudadana, con más sociedad.
Es cierto
que la libertad política incluye más asuntos, por ejemplo, la libertad de
pensamiento y expresión, la religiosa, la de los padres a elegir el modelo de
educación que desean para sus hijos, la sindical, etc., a una vivienda digna.
Pero no acaban de ser cabales. Sueño con políticos, empresarios, sindicalistas,
sociólogos, pensadores, curas, etc., que
busquen la verdad y el bien de las gentes. Con un país sin paro soñamos todos,
pero tal vez descuidamos la parte que honradamente corresponde a cada uno para
conseguirlo.
Sueño con
una judicatura, una policía y un etcétera que desconozco dedicados a lo suyo -seguro que la mayoría lo
hace- en lugar de realizar un trabajo mediático injusto. Todo se filtra, dando
lugar a indefensión, a calumnia, a difamación, a falta de seguridad jurídica,
etc. Por ahí deseo continuar soñando porque vivimos con el sobresalto diario de
noticias filtradas -lo llamamos periodismo de investigación- que, en no pocas
ocasiones, originan daños a la sociedad, a personas o familias concretas. Sueño
con unos medios de comunicación libres, respetuosos con la libertad ajena,
veraces.
Sueño con
una libertad de expresión más igual porque mientras se toleran asuntos como los
citados, es prácticamente imposible, por ejemplo, criticar la ideología de
género salvo que se desee ser mártir, o de llamar violencia doméstica, machista
o feminista, según los casos, a lo que, precisamente por esa ideología, hay que
denominar violencia de género. Sueño con que se pueda hablar de castidad o de
la belleza de llegar virgen al matrimonio sin ser perseguido por los insultadores
de turno. Tendríamos una sociedad realmente abierta y menos hosca.
Sueño con
gobernantes dedicados al bien común en serio, en lugar de mirar al propio. Dijo
Margaret Thatcher -no es la Biblia- que no era una política de consenso sino de
convicción. Es matizable, pero vale la
pena mirar las propias convicciones y las de los votantes. ¿Existen ideas fuertes
en esta sociedad del pensamiento débil y del relativismo? Me parece irreal que la presencia de
certidumbres engendre intolerancia. Más bien está siendo causa de fanatismo eso
que se suele llamar el pensamiento dominante impregnado de género, relativismo,
laicismo y juicio débil, porque, ¡ay de ti! si no admites tales
"dogmas". Pero las convicciones evitan la corrupción. Otro sueño. Y cada uno a opinar
como quiera, pero evitando imposiciones.
Sueño una sociedad desmarcada de lo política o
socialmente correcto, capaz de expresar lo
que realmente piensa, si es que esa tarea no continua siendo una "funesta
manía". La funesta manía de pensar viene evitada porque los medios de opinión
son con harta frecuencia medios de adoctrinamiento, porque el sistema educativo
no ayuda a la reflexión, porque la cultura de la imagen hace difícil la
especulación... Ahora se especula jugando al fútbol o se está en estado de
gracia metiendo goles. Se ha repetido que los españoles somos demasiado
improvisadores, pero ni eso es posible
porque todo lo entregan digerido, hasta
las hazañas del famoseo en programas mugres. que devastan la cultura.
Sueño con
una libertad religiosa, no basada en
la ridiculización de la fe católica.
Este aspecto positivo del libre albedrío es principalmente inmunidad de coacción respecto a temas de conciencia y religión,
siendo el orden público su único límite. En muchas ocasiones, la Iglesia
Católica ha solicitado perdón por sus momentos oscuros. Sueño con que lo soliciten
muchas más personas, otras religiones, partidos políticos totalitarios que
hicieron purgas terribles, y sindicatos coligados. Sueño con partidos
políticos, sindicatos y afines al gobierno que no tengan el llamado dinero
público como propio y, sin ser los dueños, lo nieguen a los excluidos de sus
circuitos.
Sueño con
que se pueda hablar de ley natural sin escándalo de intelectuales a la moda, que saben muy bien que eso exige
pensar en la existencia de Dios y en la dependencia del hombre respecto al
Creador, vínculo que estimo como mejor garantía para respectar la dignidad y libertad de la
persona. Sí, persona mejor que ciudadano, porque dice más, porque apunta a lo
más específico del ser humano individual. Persona habla de intimidad,
creatividad, libertad, donación. Y por eso, de inviolabilidad.
P. Pablo Cabellos Llorente
Publicado en Las Provincias
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