21 de enero de 2013

Verdadero vino nuevo





Lunes II del tiempo ordinario

Mc 2,18-22

“Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen a Jesús: ‘¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?’. Jesús les dijo: ‘¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día.



Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos’”.

COMENTARIO

Ayunar era, por así decirlo, señal de respeto hacia Dios, pues, en unos casos, suponía una actitud de humildad delante de Dios. Sin embargo, alguien que no pertenece al discipulado de Juan ni al de los fariseos (pues el texto sitúa, al preguntante, fuera de estos grupos al no identificarlo con ninguno de ellos) inquiere sobre el porqué de la falta de ayuno de los discípulos de Jesús.

Preocupaba, por el aparente comportamiento contrario a la Ley, a ese sentido de sometimiento y humildad ante Dios, el hecho de que Jesús y los suyos, no dejaran de comer como señal de sacrificio voluntario.

Jesús sabía que debía dejar atrás el hombre viejo que eran para venir a ser seres humanos llenos del amor de Dios y de la Palabra del Creador. Sólo así podrían ser hijos dignos de ser llamados así.

JESÚS,  los que te seguían no podían imaginar que para hacerlo tenían que dejar de ser como habían sido hasta entonces. Nosotros también somos, en muchas ocasiones, como ellos.



Eleuterio Fernández Guzmán


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