Es evidente que en la Iglesia católica el número de laicos supera, en
mucho, al de personas que tienen una misión que cumplir desde un punto
de vista exactamente religioso por encontrarse en algún instituto de tal
tipo o, simplemente, por ser sacerdotes (sea cual sea su situación por
ser sacerdote diocesano, religioso, obispo, arzobispo o Santo Padre) Por
tanto, el papel de los mismos ha de ser muy tenido en cuenta porque no
sería posible hacer otra cosa.
Nada más empezar la Exhortación Apostólica Post-Sinodal
Christifideles laici, del Beato Juan Pablo II, en concreto en su número
1, dice lo siguiente:
“Los fieles laicos (Christifideles laici), cuya ‘vocación y misión en
la Iglesia y en el mundo a los veinte años del Concilio Vaticano II’ ha
sido el tema del Sínodo de los Obispos de 1987, pertenecen a aquel
Pueblo de Dios representado en los obreros de la viña, de los que habla
el Evangelio de Mateo: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un
propietario, que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros
para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día,
los envió a su viña’ (Mt 20, 1-2)”.
Por otra parte, la tal Exhortación se subtitula, indicando mucho de
lo que significa, “Sobre la vocación y misión de los laicos en el
Iglesia y en el mundo”.
Esto dice mucho de lo que aquí traemos.
Los laicos tenemos una vocación que seguir pero también tenemos algo
que cumplir, una misión que llevar a cabo. Y, centrando todo esto, lo
tenemos que hacer tanto dentro de la Iglesia católica como en el mundo
porque no se entiende que no exista unidad de vida entre lo que se dice
ser y lo que, en el mundo, se hace y dice.
Hemos dicho arriba, que los laicos han de desempeñar un papel muy
importante en el seno de la Esposa de Cristo. Eso lo sabe muy bien el
Santo Padre porque, en el Mensaje enviado a los participantes en la IV
Asamblea Ordinaria del Foro Internacional de la Acción Católica que se
celebró a fines de agosto pasado en Iasi, Rumanía, dijo que “La
corresponsabilidad exige un cambio de mentalidad especialmente respecto
al papel de los laicos en la Iglesia, que no se han de considerar como
‘colaboradores’ del clero, sino como personas realmente
‘corresponsables’ del ser y del actuar de la Iglesia. Es importante, por
tanto, que se consolide un laicado maduro y comprometido, capaz de dar
su contribución específica a la misión eclesial, en el respeto de los
ministerios y de las tareas que cada uno tiene en la vida de la Iglesia y
siempre en comunión cordial con los obispos”.
Es necesario, era necesario, pues, que cambiara una forma de hacer y
de ver las cosas que tenía, digamos, un poco apartado al laico en el
funcionamiento ordinario de la Iglesia católica. Por eso dice Benedicto
XVI que los laicos con “corresponsables” del cada día de la Esposa de
Cristo.
¿Qué hacer, pues?
A responder esto también nos ayuda el Santo Padre. En el mismo
Mensaje citado arriba nos dice que “estáis llamados hoy a renovar el
compromiso de caminar por la senda de la santidad, manteniendo una
intensa vida de oración, favoreciendo y respetando itinerarios
personales de fe y valorizando las riquezas de cada uno, con el
acompañamiento de sacerdotes consiliarios y de responsables capaces de
educar en la corresponsabilidad eclesial y social”.
Y no es poco lo que dice: tratar de ser santos, no perder la oración
como instrumento espiritual de primer orden, mantener un camino de fe
que no debemos dejar y, en fin, tener en cuenta en nuestra vida a
personas que nos pueden echar una mano muy grande en el recorrido de
nuestro camino hacia el definitivo Reino de Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
Publicado en Análisis Digital
Y es que, por decirlo pronto, ser laico ha de se una muy buena forma de ser hijo de Dios.
Felicidades por el premio "Vita Brevis".
ResponderEliminarPor increíble que parezca nunca había relacionado lo de "los obreros en la viña" con los laicos.
Siempre pensé en los sacerdotes.
Y ahora que he leído tu comentario, me doy cuenta exacta de lo que se pide al decir "Envíanos obreros para la viña, Señor". Y ahí descubro mi misión laical. Y le pido a Dios me ayude a llevarla a cabo.
En efecto, la viña del Señor está para ser trabajada cada cual en el ambiente en el que se encuentre: si se es sacerdote, siéndolo; si es laico, transmitiendo la Palabra de Dios y la doctrina de la Santa Madre Iglesia. Por eso es tan importante cumplir la misión por parte de los laicos.
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