Miércoles XXIV del tiempo ordinario
Lc 7, 31-35
“En aquel tiempo, el Señor dijo: ‘¿Con
quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen?
Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a
otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos
entonando endechas, y no habéis llorado’. Porque ha venido Juan el Bautista,
que no comía pan ni bebía vino, y decís: ‘Demonio tiene’. Ha venido el Hijo del
hombre, que come y bebe, y decís: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo
de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos’·”.
COMENTARIO
No se equivoca Jesús cuando entiende
que, muchas veces, somos en materia de fe como niños… pero como niños
equivocados que son caprichosos y no entienden la verdad de lo que deben hacer
o creer.
Muchos de los que conocieron a Juan el
Bautista no lo tenían por profeta sino por persona muy alejada de la fe que
decía transmitir. No comprendían porque no querían comprender lo que les decía
porque les interrogaba sobre muchas cosas que hacían mal. Y eso le pasó,
precisamente, con Herodes.
Tampoco creían a Jesús porque aún les
convenía menos lo que les decía. Según muchos era amigo de los que no debía ser
amigo porque no comprendían lo que deben tener médico aquellos que están
enfermos y, en este caso, espiritualmente hablando.
JESÚS, los que te perseguían no querían
conocer para nada muchas cosas que les decías porque no convenía a su sistema
de vida. Eso es lo que, muchas veces, nos pasa a nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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