4 de noviembre de 2022

La humildad necesaria y la inocencia

Lc 16, 1-8


"Jesús decía a sus discípulos:

Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto'.

El administrador pensó entonces: '¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!'

Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: '¿Cuánto debes a mi señor?' 'Veinte barriles de aceite', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez'.

Después preguntó a otro: 'Y tú, ¿cuánto debes?' 'Cuatrocientos quintales de trigo', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo y anota trescientos'.
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.'"

COMENTARIO

Ciertamente, el texto del Evangelio de San Lucas que el Calendario Litúrgico nos reserva para hoy tiene que ver, eso creemos nosotros, con cómo somos o, en fin, cómo debemos ser los hijos de Dios y los discípulos de Jesucristo.

Lo de arriba lo decimos porque dice el Hijo de Dios que los hijos del mundo son más astutos que los hijos de la luz. Y ha de querer decir que las características que deben tener los segundos son la humildad y la inocencia. 

Es cierto y verdad que muchas veces los que son del mundo van a engañar a los hijos de la luz pues para eso son más astutos en su trato. Sin embargo, nosotros sabemos que, al fin y a la postre, saldremos vencedores de esta simpar lucha espiritual. 


JESÚS, gracias por advertirnos acerca de cómo debemos ser. 

Eleuterio Fernández Guzmán

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