6 de junio de 2022

Bienaventurados seamos


Mt 5,1-12

En aquel tiempo, viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: ‘Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros’.

 

COMENTARIO

 

Se suele suponer que, como recoge San Mateo, el Hijo de Dios en un momento determinado proclamó las Bienaventuranzas, digamos, seguidas como recoge su Evangelio aunque es posible que el autor de este texto recopilara las que dijo en otras ocasiones. Sin embargo, eso importa bien poco porque lo que de verdad importa es que Jesucristo dijo algo que es de vital importancia para sus discípulos.

 

Cada una de las bienaventuranzas tiene todo que ver con el amor que se tiene a Dios. Y es cada una de ellas nos muestra una forma de cumplir con la Voluntad del Todopoderoso.

 

Además, nos dice Jesucristo que debemos estar felices, y serlo, cuando nos persigan por su causa. Y sí, eso es lo que ha pasado muchas veces y muchas veces sigue pasando.

 

 

JESÚS, gracias por las Bienaventuranzas; gracias.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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