Mt 5, 13-16
“Jesús dijo a sus discípulos:
‘Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo.’”
COMENTARIO
Lo que dice el Hijo de Dios en este texto del Evangelio de San Mateo tiene todo que ver con cómo han de ser sus discípulos pues en algo se ha manifestar que lo son. Y lo de la sal y la luz es una forma de decir las cosas que dice mucho.
Ser sal y ser luz supone haberse dado cuenta de que la Palabra de Dios no es algo que se dice para no ser tenido en cuenta sino, justamente, para todo lo contrario. Y por eso no debemos perder el sabor de ser sal y la posibilidad de ser luz.
Por otra parte, lo que aquí importa es lo que dice Jesucristo al final de este texto bíblico: se ha de ver que somos sus discípulos y otra cosa ni vale ni sirve.
JESÚS, gracias por aleccionarnos de cómo debe ser nuestra forma de ser discípulos tuyos.
Eleuterio Fernández Guzmán
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