5 de marzo de 2021

Rendir frutos

Mt 21,33-43


"33 'Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. 34 Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. 35 Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. 36 De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. 37 Finalmente les envió a su hijo, diciendo: 'A mi hijo le respetarán.' 38 Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: 'Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su  herencia.' 39 Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. 40 Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?' 41 Dícenle: 'A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo.' 42 Y Jesús les dice: '¿No habéis leído nunca en las Escrituras: = La  piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? = 43 Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.'"

COMENTARIO

Está claro que, desde que el ser humano es ser humano, ha habido quien se ha querido aprovechar de otro ser humano y ha hecho todo lo posible e imposible para salirse con la suya. Y eso es lo que hacían aquellos arrendados.

Jesucristo enseña, entonces y ahora, que debemos tener mucho cuidado con lo que hacemos pues Dios, que todo lo ve, es Juez; bueno, sí, pero Juez. Y, por tanto, no debemos ir más allá de lo que son nuestros derechos personales y particulares.

Es más, incluso nos dice que todo se nos puede quitar si no somos un pueblo que demos frutos procedentes de Su siembra. Y es que a veces dejamos que la cosecha se pudra en el campo, que es el corazón.



JESÚS, gracias por ser tan franco con nosotros.


Eleuterio Fernández Guzmán

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