13 de marzo de 2020

Quitar el Reino de Dios


Mt 21, 33-43.45-46
"33 'Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. 34 Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. 35 Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. 36 De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. 37 Finalmente les envió a su hijo, diciendo: 'A mi hijo le respetarán.' 38 Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: 'Este es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia.' 39 Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. 40 Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?' 41 Dícenle: 'A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo.' 42 Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: = La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? = 43 Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.» 45 Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. 46 Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.'"
COMENTARIO

Podemos decir que este texto del Evangelio de San Mateo es un aviso, como suele decirse, a navegantes. Y es que el Hijo de Dios conocía más que bien a los que eran denominados “sabios” por el pueblo escogido por el Todopoderoso. Y sabía, por ejemplo, que a lo largo de los siglos habían ido terminando con todos aquellos que el Creador había ido suscitando entre su pueblo para que avisara del camino equivocado que estaba tomando.
Sin duda, matar al mensajero es algo muy socorrido a lo largo de la historia de la salvación. Y eso habían hecho muchas veces los que creían que, según lo que se estaba anunciando, debían cambiar su corazón y ellos, claro, no querían.
Hay, sin embargo, como decimos arriba, un aviso claro por parte de Jesucristo: por mucho que nos creamos y sepamos hijos de Dios, si no demostramos que lo somos… otros vendrán a ocupar el lugar de tanto descreído como hay entre los miembros del pueblo de Dios.

JESÚS, gracias por ser tan claro.

Eleuterio Fernández Guzmán

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