Lc 14, 1.7-11
“1
Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los
fariseos para comer, ellos le estaban observando. 7 Notando cómo los invitados
elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: 8 ‘Cuando seas convidado
por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido
convidado por él otro más distinguido que tú, 9 y viniendo el que os convidó a
ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar
avergonzado el último puesto. 10 Al contrario, cuando seas convidado, vete a
sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te
diga: ‘Amigo, sube más arriba.’ Y esto será un honor para ti delante de todos
los que estén contigo a la mesa. 11 Porque todo el que se ensalce, será
humillado; y el que se humille, será ensalzado”.
COMENTARIO
No
era nada extraño que Jesús fuese invitado a casa de los poderosos para que
compartiera con ellos una comida. Muchas veces lo hacían para ver qué decía y,
así, poder atender; otras, simplemente, para cogerlo en algún renuncio
espiritual.
Como
era, entonces y ahora, lógico, en las invitaciones había quien quería ocupar
los primeros puestos como para dárselos de importantes. Y es que querían estar
siempre en los primeros lugares porque así creían eran mejor vistos por sus
vecinos.
El
Hijo de Dios, sin embargo, conoce bien el corazón de Dios y, perfectamente,
sabe que las cosas no pueden ser así. Y es que humillarse, saber que no es nada
ante el Todopoderoso y, tampoco, ante el resto de seres humanos, es una buena
actuación de cara al corazón del Padre. Y eso es lo que recomienda el Hijo de
Dios.
JESÚS, ayúdanos a saber ser humildes.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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