11 de agosto de 2018

El grano de mostaza


Mt 17,14-20

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre que, arrodillándose ante Él, le dijo: ‘Señor, ten piedad de mi hijo, porque es lunático y está mal; pues muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua. Se lo he presentado a tus discípulos, pero ellos no han podido curarle’. Jesús respondió: ‘¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo acá!’. Jesús le increpó y el demonio salió de él; y quedó sano el niño desde aquel momento. 

Entonces los discípulos se acercaron a Jesús, en privado, y le dijeron: ‘¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?’. Díceles: ‘Por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Desplázate de aquí allá”, y se desplazará, y nada os será imposible’”.

COMENTARIO

Muchos le pedían a Jesús porque había muchos que necesitaban ayuda de la buena, de la que sólo puede dar quien la tiene. Algunos por enfermedades físicas y otros por estar dominados por demonios e hijos privilegiados de Satanás.

Jesús comprende perfectamente a las personas que lo llaman porque lo necesitan. Él, además, había venido al mundo a salvar lo que necesitaba ser salvado y, como aquel caso de la persona enferma mental, lo necesitaba.

Pero Jesús dice algo importante: se necesita fe para hacer determinadas cosas. Dice que como un grano de mostaza… que es muy pequeño. Y aquello era un aviso a los que creían que tenían mucha fe pero, en verdad, no era así.


JESÚS, ayúdanos a tener fe.

Eleuterio Fernández Guzmán

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