Jn 11,45-54
“En aquel
tiempo, muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que
había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y
les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los
fariseos convocaron consejo y decían: ‘¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza
muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en Él y vendrán los
romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación’. Pero uno de ellos,
Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: ‘Vosotros no sabéis
nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y
no perezca toda la nación’. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que,
como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la
nación —y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de
Dios que estaban dispersos—. Desde este día, decidieron darle muerte.
Por eso Jesús no andaba ya en público entre los
judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una
ciudad llamada Efraim, y allí residía con sus discípulos.”
COMENTARIO
El Mal se había adueñado
de los corazones de muchos. Por eso estaban tramando cómo atrapar a Jesús. A
muchos no les importaba mucho lo que el pueblo pudiese decir de ellos porque
sabían que, de no terminar con el Maestro ellos terminarán su existencia
recreada que llevaban.
Jesús sabe que está
llegando su hora, su momento, aquel en el que dará su vida por todos por
cumplir la voluntad del Padre. Se retira. No lo hace por miedo sino porque aún
faltaban unos días para que se cumpliese todo lo que estaba escrito.
Había quienes, incluso,
dudaban de que Jesús fuera perseguido. Lo pensaban así porque lo veían circular
por Jerusalén sin que fuera detenido. Y es que la trama se estaba urdiendo y no
podía ser descubierta todavía por miedo a que fallara.
JESÚS,
te acompañamos en
este momento de dolor y de la Pasión.
Eleuterio Fernández
Guzmán
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