Jn 6, 51-58
“’Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come
de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por
la vida del mundo.’ Discutían entre sí los judíos y decían: ‘¿Cómo puede éste
darnos a comer su carne?’ Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: si no
coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le
resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive,
me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este
es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y
murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.’”
COMENTARIO
Las cosas que dice el Hijo
de Cristo, en muchas ocasiones, son difíciles de entender. Y lo decimos ahora,
siglos después de que lo dijera y entendamos algo más. Pero entonces, cuando
fueron escuchadas aquellas palabras ya podemos imaginar lo difícil que fueron
para muchos.
Comer la carne de Cristo y
beber su sangre lo llevamos a cabo en la Santa Misa. Entonces, sin embargo,
aquello debió causar una impresión tan honda que muchos dejaron de seguirlo.
Pero hoy, nosotros, entendemos más y mejor.
El caso es que, para
alcanzar la vida eterna, debemos comer el Cuerpo de Cristo y beber su sangre.
Sólo así vamos de camino y tal camino es el bueno. Por eso nos dice Jesucristo
que quien coma de tal pan, de su Cuerpo, no morirá para siempre.
JESÚS,
gracias por entregarte por
nosotros, tus hermanos.
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