Mt 27, 11. 15-17.20-54
11 Jesús compareció ante el procurador, y el
procurador le preguntó: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ Respondió Jesús: ‘Sí,
tú lo dices.’
15 Cada Fiesta, el procurador solía conceder al
pueblo la libertad de un preso, el que quisieran. 16 Tenían a la sazón un preso
famoso, llamado Barrabás. 17 Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: ‘¿A
quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?’ 20 Pero
los sumos sacerdotes y los ancianos lograron persuadir a la gente que pidiese
la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
21 Y cuando el procurador les dijo: ‘¿A cuál de los
dos queréis que os suelte?’, respondieron: ‘¡A Barrabás!’ 22 Díceles Pilato: ‘Y
¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?’ Y todos a una: ‘¡Sea
crucificado!’ - 23 ‘Pero ¿qué mal ha
hecho?’, preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: ‘¡Sea
crucificado!’ 24 Entonces Pilato,
viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó agua y
se lavó las manos delante de la gente
diciendo: ‘Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis.’ 25 Y todo el pueblo respondió: ‘¡Su sangre sobre
nosotros y sobre nuestros hijos!’ 26 Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús,
después de azotarle, se lo entregó para que fuera crucificado. 27 Entonces los
soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron
alrededor de él a toda la cohorte. 28 Le desnudaron y le echaron encima un manto
de púrpura; 29 y, trenzando una corona de
espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y
doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: ‘¡Salve, Rey de
los judíos!’; 30 y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la
cabeza.31 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron
sus ropas y le llevaron a crucificarle. 32 Al salir, encontraron a un hombre de
Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz. 33 Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, ‘Calvario’,
34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no
quiso beberlo. 35 Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos,
echando a suertes. 36 Y se quedaron sentados allí para custodiarle. 37 Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa
de su condena: ‘Este es Jesús, el Rey de los judíos.’ 38 Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a
la derecha y otro a la izquierda. 39 Los que pasaban por allí le insultaban,
meneando la cabeza y diciendo: 40 ‘Tú que destruyes el Santuario y en tres días
lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!’ 41 Igualmente
los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él
diciendo: 42 ‘A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es:
que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. 43 Ha puesto su confianza en
Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: "Soy
Hijo de Dios."‘ 44 De la misma manera le injuriaban también los
salteadores crucificados con él. 45 Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre
toda la tierra hasta la hora nona. 46 Y alrededor de la hora nona clamó Jesús
con fuerte voz: = ‘¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?’, = esto es: = ‘¡Dios mío, Dios
mío! ¿por qué me has abandonado?’ = 47 Al oírlo algunos de los que estaban allí
decían: ‘A Elías llama éste.’ 48 Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar
una esponja, la empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de
beber. 49 Pero los otros dijeron: ‘Deja, vamos a ver si viene Elías a salvarle.’
50 Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte
grito, exhaló el espíritu. 51 En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos,
de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron. 52 Se abrieron los sepulcros, y muchos
cuerpos de santos difuntos resucitaron. 53 Y, saliendo de los sepulcros después
de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a
muchos. 54 Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a
Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: ‘Verdaderamente
éste era Hijo de Dios.’”
COMENTARIO
Toda la Pasión de nuestro
Señor tiene todo que ver con la voluntad de Dios de salvar a su creación, el
hombre. Por eso cada paso que se da hacia el momento en el que Cristo muere
estaba más que dicho que iba a pasar.
Todo lo que Cristo pasa en
aquellas terribles horas era la manifestación más palmaria de que Dios quería
que las cosas sucediesen como estaban sucediendo. Y, aunque nosotros no podamos
entender cómo un Padre como Dios permite lo que permitió, lo bien cierto es que
debemos aceptarlo como tal.
Incluso después de muerto,
el Hijo de Dios colabora con el Padre a la conversión de sus hijos. Y es que
aquel soldado que se da cuenta de que el hombre a quien habían crucificado era
Hijo de Dios expresa, más que nada, una auténtica conversión.
JESÚS,
ayúdanos
a convertir nuestro corazón.
Eleuterio Fernández Guzmán
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