Viernes
XXV del tiempo ordinario
Lc 9,18-22
“Sucedió
que mientras Jesús estaba orando a solas, se hallaban con Él los discípulos y
les preguntó: ‘¿Quién dice la gente que soy yo?’. Ellos respondieron: ‘Unos,
que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos
había resucitado’. Les dijo: ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’. Pedro le
contestó: ‘El Cristo de Dios’. Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto
a nadie. Dijo: ‘El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los
ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer
día’.
COMENTARIO
Jesús quiere saber. No es
que, como Dios, no supiera las cosas sino que, humanamente no estaba en la
cabeza de todo hermano suyo. Por eso pregunta acerca de lo que creen los demás
sobre Él. Y es que quiere saber si está calando su mensaje y doctrina.
Pedro se adelante.
Seguramente era tenido por el más importante entre los Apóstoles. Y dice la
verdad más grande: Jesús es el Cristo, el Enviado de Dios… el Hijo del Padre
Todopoderoso.
Pero Jesús no puede
desdecirse de su labor. Por eso les dice lo que ha de pasar y eso, seguramente,
causaría daño en el corazón de aquellos que le escuchaban. Y es que el Hijo de
Dios no podía hacer otra cosa… y no la hizo.
JESÚS,
ayúdanos
a comprender y a comprenderte
Eleuterio Fernández Guzmán
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