Jn 6, 51-58
“’Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá
para siempre; y el pan que yo le voy a
dar, es mi carne por la vida del mundo.’
Discutían entre sí los judíos y decían: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su
carne?’ Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne
del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre,
no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi
sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en
mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el
Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo;
no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan
vivirá para siempre.’”
COMENTARIO
Lo que Jesús dice de cara a la salvación del ser
humano tiene una importancia, como podemos imaginar, muy grande. Y es que la
misión del Hijo de Dios tenía relación total con el hecho de que el Creador
quiere tener a todos sus hijos consigo.
Jesús requiere, para la salvación, la manifestación
de voluntariedad por parte de quien debía ser salvado. Por eso dice que es quien
coma la carne del Hijo quien se salvará. Por tanto, quien no la coma conociendo
su realidad espiritual, no se salvará.
Jesús distingue ente los tiempos de la Antigua
Alianza y la Nueva que Dios había establecido entre su Hijo y la nueva
humanidad. Antes, aquellos que comieron el maná, murieron, no fueron al Cielo
sino, los justos, al libro de Abrahám. Ahora, los que acepten a Jesús y coman su
cuerpo y beban su sangre, irán al Cielo. Así de sencillo.
JESÚS, ayúdanos a persistir en nuestra creencia en Ti.
Eleuterio Fernández Guzmán
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