Sábado XX
del tiempo ordinario
Mt 3,1-12
“En aquel tiempo, Jesús
dijo a la gente y a los discípulos: ‘En la cátedra de Moisés se han sentado los
escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no
imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a
las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus
obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las
filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los
banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las
plazas y que la gente les llame ‘Rabbí’.
‘Vosotros, en cambio,
no os dejéis llamar ‘Rabbí’, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros
sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie ‘Padre’ vuestro en la tierra, porque
uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar ‘Guías’,
porque uno solo es vuestro Guía: el Cristo. El mayor entre vosotros será
vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille,
será ensalzado’”.
COMENTARIO
Jesús sabía que era crucial que aquellos que le
escuchaban comprendiesen que la Ley de Dios era lo más importante que debían
conocer y saber. Por eso estaba de acuerdo en que escuchasen a los que eran sus
maestros pero teniendo en cuenta lo que hacían.
Eran muchas las apariencias que hacían ver que
aquellos que dirigían, espiritualmente, a los miembros del pueblo de Dios, eran
buenos. Sin embargo, no actuaban de acuerdo a la voluntad del Creador.
Jesús sabía que quien quisiera ser importante en el
mundo, entonces, y luego, en la vida eterna, debía ocupar una posición poco
principal en el siglo. Por eso habla de que los últimos iban a ser los primeros
y que quien ahora se humillara sería ensalzado en la vida venidera.
JESÚS, ayúdanos a ser humildes y a comprender las razones
de la humildad.
Eleuterio Fernández Guzmán
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