Martes XXVI del tiempo ordinario
Lc 9,51-56
“Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su
asunción, Él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros
delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para
prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a
Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: ‘Señor, ¿quieres
que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?’. Pero volviéndose, les
reprendió; y se fueron a otro pueblo”.
COMENTARIO
Lo que ha de venir
Sabe Jesús
que su futuro próximo tiene mucho que ver con su muere y, luego, con la salvación
del mundo. Pero antes de esto último tiene que pasar por una Pascua dolorosa
para un hombre y va preparando a sus discípulos.
Ira y fuego
Algunos de
los que siguen a Jesús, a lo mejor todos, son aún demasiado mundanos. Si
alguien se les enfrenta tienen, sólo y exclusivamente, soluciones mundanas que
tienen que ver mucho con la ira. Por eso piden fuego del cielo que aniquile a
los que no quiere recibir a Jesús.
Paz y amor
El Hijo de
Dios, que es Amor y es Misericordia, no puede permitir que el hombre se rija,
exclusivamente, por normas y procederes humanos. Él está más de acuerdo con el
perdón y con tener en cuenta las circunstancias de cada uno para ver cuál es la
razón de su conducta.
JESÚS, contra lo que muchos de los que te seguían querían,
Tú sabías que perdonar es mucho mejor que actuar vengativamente. Ayúdanos a tener
un corazón de carne.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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