Martes, XXIX del tiempo
Ordinario
Lc 12,35-38
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Estén ceñidos vuestros
lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor
vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.
Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro
que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así,
¡dichosos de ellos!’”.
COMENTARIO
Esperar siempre a Dios
Los hijos
de Dios y discípulos de Cristo sabemos que nuestra misión es, además de llevar
el Evangelio allá donde estemos y según lo que gamos, esperar la llegada
segunda de Dios en su Hijo Jesucristo. Tal es nuestra esperanza y tal nuestro
anhelo.
Estar preparados
Pero
esperar la segunda venida de Cristo no quiere decir sentarse a esperar y ya
está. Debemos prepararnos para que no nos encuentra desprevenidos en cuento
oración y corazón limpio. Dios espera de nosotros que nos encontremos
preparados porque, en efecto, no sabemos cuán do será el momento.
La dicha de esperar
Esperar no
supone, o no debería suponer, desasosiego sino, en todo caso, saber que Dios
viene y que debemos estar más que seguros que eso sucederá cuando quiera el
Creador. Pero la misma espera ya es dichosa.
JESÚS, esperamos que vengas, que vuelvas, cuando sea la
voluntad de Dios. Ayúdanos a no olvidar que siempre estamos esperando y que
nuestra preparación no ha de decaer.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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