24 de octubre de 2013

El fuego de Dios





 Jueves XXIX del tiempo Ordinario


Lc 12,49-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra’”.

COMENTARIO

La paz de Cristo no es la misma que la de los hombres. Es más, Él mismo dice que no ha venido a lo que muchos creen sino, precisamente, a todo lo contrario: a traer fuego pero un fuego muy especial que nada tiene que ver con el que puede matar al hombre.

Jesús dice las cosas con una claridad bastante meridiana. No ha venido a traer paz sino división. Eso puede sonar muy duro a los oídos de los bienintencionados. Sin embargo, la división que trae tiene mucho que ver con la aceptación de la Verdad.

Cuando Jesús habla de separación viene a querer decir que cuando Él habla y quien escucha acepta lo que dice, es más que probable que no esté de acuerdo con lo que, hasta entonces, había creía a nivel espiritual. Eso puede causar división en el seno de su propia familia y, claro, muchos problemas. Pero supone, también, aceptar a Cristo y, así, a Dios mismo.


JESÚS,  cuando hablas de división quieres darnos a entender que aceptarte a ti puede suponer separación de mucho de lo que hemos querido y amado. Ayúdanos a enfrentarnos a tales situaciones con fe.





Eleuterio Fernández Guzmán


No hay comentarios:

Publicar un comentario