Lunes XXV del tiempo ordinario
Lc 8,16-18
“En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ‘Nadie
enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho,
sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues
nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser
conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará;
y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará’”.
COMENTARIO
Cuando se tiene una cosa a la que de damos
importancia no solemos esconderla para que nadie la vea sino que, al contrario,
procuramos darla a conocer. Lo mismo ha de pasar con la fe que, aún teniéndola
y siendo conscientes de la importancia que tiene para nuestra vida, no la
mostramos todo lo que debiéramos.
La fe es luz y si lo es para quien la tiene podemos
imaginar qué puede llegar a ser para aquellos que no la tienen o que no tienen
intención de acercarse a ella. En estas circunstancias no darla a conocer es
una muy negativa forma de comportarse.
Quien cree que tiene fe pero, en realidad, no es
más que apariencia, se le ha de quitar porque es falsa y a Dios no puede
agradar tal forma de comportarse. Por el contrario, a quien tenga fe y sea
verdadera y cierta se la dará más para que viva eternamente.
JESÚS, quien
tiene fe no ha de hacer como si no la tuviera sino, muy al contrario, mostrarla
al mundo para que sea la esperanza del prójimo. Sin embargo, en demasiadas
ocasiones la escondemos por el qué dirán o por comportamiento políticamente
correcto.
Eleuterio Fernández Guzmán
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