Miércoles XXV del tiempo ordinario
Lc 9, 1-6
“En aquel tiempo, convocando Jesús a
los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar
enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: ‘No
toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis
dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os
marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella
ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos’.
Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por
todas partes".
COMENTARIO
Jesús, que era Dios hecho hombre, tenía
el poder para hacer lo que quisiere hacer con él. También para cederlo a quien
tuviera por conveniente. Nada más lógico, claro, que hiciese lo propio con sus
apóstoles a los que enviaba a transmitir la Buena Noticia.
Los consejos que da Cristo no eran, no
son, fáciles de seguir. Todo se resume en confiar totalmente en Dios y en lo
que quiere para nuestra vida. Sólo así se entiende que Jesús dijese que no tenían
que llevar nada más que a ellos mismos y a la Palabra de Dios. Lo demás les
sería dado por añadidura porque el trabajador de la mies del Señor bien merece
su paga.
Los Apóstoles tenían que cumplir una
misión y la cumplieron como quería Jesús que la cumpliesen. Anunciaban que el
Reino de Dios ya había llegado y que Jesús era el Mesías. Curaban, además, como
lo hacía Cristo por el poder que les cedió.
JESÚS, cumplir con la voluntad de Dios
no siempre es fácil. Sin embargo, hacerlo es comportarse como un buen hijo. Por
eso, muchas veces, no lo somos nosotros.
Eleuterio Fernández Guzmán
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