27 de septiembre de 2012

Buscar a Cristo



Jueves XXV del tiempo ordinario

Lc 9, 7-9

“En aquel tiempo, se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: ‘A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?’. Y buscaba verle".


COMENTARIO

Muchos de los que perseguían a Jesús es lógico que fueran a Herodes para decirle que había una persona, muy seguida, que estaba haciendo mucho daño a su fe. Ellos quería que le hiciera daño y por eso acudían a quien, claro, podía hacérselo.

Herodes debía saber que Jesús no era un mortal común y corriente. Si enseñaba y muchos le seguían, era de esperar que tuviera algo importante que decirle y, a lo mejor, podía aprender algo de aquel Maestro que tantos admiraban.

Nosotros también buscamos a Cristo. Lo hacemos porque sabemos que es el Hijo de Dios y que necesitamos su voz y su corazón. Cristo nunca rehúsa el encuentro con su hermano de fe que lo busca porque sabe, Él también lo sabe, que es tan importante que lo encontremos que no cesa en llamarnos y esperarnos.




JESÚS, Herodes te buscaba y, aunque pudiera parecer que lo hacía para conocerte y aprender de ti, era para perseguirte porque, seguramente, pensaba que peligraba su poder. Algo parecido nos pasa a nosotros cuando lo buscamos  pero es con intención exclusiva de satisfacer algún egoísmo particular.



Eleuterio Fernández Guzmán

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