22 de agosto de 2024

María

Lc 1, 26-38


"En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: '¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.'

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo: 'No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.'

María dijo al Ángel: '¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?'

El Ángel le respondió: 'El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.'

María dijo entonces: 'Yo soy la esclava del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.' Y el Ángel se alejó."

COMENTARIO 

Seguramente, este texto del Evangelio de San Lucas, es uno de los que determina de forma absoluta la historia de la Salvación porque podemos darnos cuenta de Quién envía y quién recibe.

María siempre se había entregado a Dios. Es decir, seguramente sin que lo supiera más que ella y Dios mismo, siempre se había considerado una esclava del Todopoderoso. 

María confía y tiene fe. Y eso bastó y basta. 


JESÚS,  gracias por haber escogido a María para que fuera tu Madre y la nuestra. 

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