10 de julio de 2022

El prójimo


Lc 10, 25-37

 “25 Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: ‘Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?’ 26 Él le dijo: ‘¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?’ 27 Respondió: = ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas = y con toda  tu mente; = y a tu prójimo como a ti mismo.’ = 28 Díjole entonces: ‘Bien has respondido. Haz eso y vivirás.’  29 Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: ‘Y ¿quién es mi prójimo?’ 30 Jesús respondió: ‘Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. 31 Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. 32   De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. 33 Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; 34   y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le  llevó a una posada y cuidó de él. 35 Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva."  36 ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?’ 37 Él dijo: ‘El que practicó la misericordia con él.’ Díjole Jesús: ‘Vete y haz tú lo mismo.’”

 

COMENTARIO

En tiempos de la primera venida del Hijo de Dios, es cierto y verdad que había muchas personas que creían conocer la Ley a la perfección y no dudaban en manifestar tal realidad. Y a ellos no había quién se les opusiese porque eran considerados sabios.

Sin embargo, Jesucristo sabía que las cosas del espíritu y las relacionadas  con la Ley de Dios no eran según los citados arriba creían y no tenía más remedio que corregirlos para que aprendieran la Verdad.

El caso de aquel hombre malherido y al que no atienda más que una persona samaritana a los que los judíos odiaban era un síntoma bien claro de por dónde iban las cosas y cómo las quería Dios.

 

JESÚS, gracias por enseñar la Verdad.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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