Mc 4,
35-40
“35 Este día, al atardecer, les dice: ‘Pasemos a la
otra orilla.’ 36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e
iban otras barcas con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas
irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. 38 Él estaba en
popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ‘Maestro, ¿no te
importa que perezcamos?’ 39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Calla,
enmudece!’ El viento se calmó y sobrevino
una gran bonanza. 40 Y les dijo: ‘¿Por
qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?’”.
COMENTARIO
La
verdad es que podemos imaginar a los que van en aquella barca cuando se desata
la tormenta. Y el miedo debía ser el comportamiento ordinario pues no era muy
normal no tenerlo. Y ellos lo tienen y bien que lo tienen.
Ellos
deben tener algo de confianza en el Señor porque lo despiertan para preguntarle
si es que a Él le importa poco que perezcan todos por aquella tormenta. Pero ya
podemos imaginar que eso no puede ser así.
El
Hijo de Dios sabía que nada debían temer porque tenía el poder decirle al mal
que enmudeciera. Y es lo que hace. De todas formas, les afea la conducta tenida
pues su fe, al parecer, aún no era muy grande.
JESÚS, gracias por manifestar el poder de Dios.
Eleuterio Fernández Guzmán
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