25 de febrero de 2020

Orar para estar cerca de Dios

Mc 9, 14-29
"Al llegar junto a los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos.
Toda la gente, al verle, quedó sorprendida y corrieron a saludarle. Él les preguntó: '¿De qué discutís con ellos?' Uno de entre la gente le respondió: 'Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y le deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.' Él les responde: '¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traédmelo!' Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces él preguntó a su padre: '¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?' Le dijo: 'Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros.' Jesús le dijo: '¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!' Al instante gritó el padre del muchacho: '¡Creo, ayuda a mi poca fe!' Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: 'Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él.' Y el espíritu salió dando gritos y agitándole con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó y él se puso en pie. Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: '¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?' Les dijo: 'Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración.'"

COMENTARIO

Como es bien sabido, al Hijo de Dios le presentaban a muchas personas que estaban enfermas. Seguramente, lo que era peor era el caso de aquellos que estaban poseídos por demonios. Y lo era porque no se podía curar fácilmente tal padecimiento sino, sólo, por alguien que tuviera todo el poder de Dios. Y eso es lo que hace Jesucristo: echa al demonio que ha poseído a la persona presentada para ser curada. Y lo hace mediante lo que conocemos como exorcismo. Y eso es lo que hace Jesucristo con aquel poseído.
El caso es que no es la primera vez que el Hijo de Dios dice eso de la oración. Es decir, que para poder dominar ciertos males o ciertos padecimientos hace falta oración. Pero no una oración cualquiera porque sus Apóstoles no habían podido con aquel demonio. No. Hace falta una oración arraigada en un corazón que sabe que Dios todo lo puede. Confianza, en suma.

JESÚS, gracias por orar de la manera cómo oras.

Eleuterio Fernández Guzmán

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