6 de diciembre de 2019

Y los ciegos proclamaron la bondad de Dios

Mt 9, 27-31
"Cuando Jesús se iba de allí, le siguieron dos ciegos gritando: '¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!' Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: '¿Creéis que puedo hacer eso?' Dícenle: 'Sí, Señor.» Entonces les tocó los ojos diciendo: 'Hágase en vosotros según vuestra fe.' Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: '¡Mirad que nadie lo sepa!' Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca."

COMENTARIO

Es seguro que quienes no padecemos ceguera física no alcanzamos a comprender lo que debe suponer volver a ver o, simplemente, ver por primera vez. Pero aquellos ciegos que pedían ver al Hijo de Dios sí sabían a qué ese enfrentaban cada día.
Aquellos ciegos, ciertamente, podían haber adoptado una forma de ser según la cual, a lo mejor, aquel Maestro podría curarlos. Pero, entonces, su confianza habría estado a un nivel muy bajo. Pero no, ellos no actúan así sino de una forma bien distinta: confiando en que serían curados por Jesucristo.
Jesucristo, que conocía la fe aquellos ciegos no por ser Dios (aunque también) sino porque se daba cuenta de que lo estaban pasando muy mal y necesitaban un remedio radical, los cura. Ante la fe que muestran sólo puede hacer una cosa: curarlos. Y los cura. Y ellos, como no podía ser de otra forma, a todo el mundo dicen lo que ha pasado. Y es que no pueden callar. ¿Quién callaría?

JESÚS, gracias por reconocer la fe de aquellos ciegos y, así, la nuestra, si es su caso.

Eleuterio Fernández Guzmán

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