3 de septiembre de 2019

El poder de Dios

Lc 4, 31-37
"31 Bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. 32 Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. 33 Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: 34 '¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios'. 35 Jesús entonces le conminó diciendo: 'Cállate, y sal de él'. Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. 36 Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: '¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen'. 37 Y su fama se extendió por todos los lugares de la región."
COMENTARIO

Nos dice el texto del Evangelio de San Lucas, al respecto de lo que el Hijo de Dios llevaba a cabo, que la fama de Jesucristo se difundió. Y con esto ha de querer decirnos que sus buenas obras llegaron a oídos y corazones de sus contemporáneos y que quedaron sorprendidos, primero, por lo que hacía y, seguro, también por lo que decía.
Cuando Jesucristo expulsa al demonio que poseía a aquella persona está llevando a cabo un verdadero exorcismo. Y es que el poder de Dios, que era total y absoluto, también podía ejercerse sobre aquellos demonios que querían oponerse a la santísima Voluntad del Todopoderoso.
Se nos dice aquí que el demonio en cuestión reconoció a Jesucristo. Y eso nos da a entender que bien sabía que era el santo de Dios, su Hijo, el Mesías y Enviado del Creador. Y es que resulta paradójico que otros, que no eran demonios, no lo reconocieran...

JESÚS, gracias por haber mostrado el poder de Dios en beneficio del necesitado.

Eleuterio Fernández Guzmán

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