29 de abril de 2018

Somos parte de la Viña de Dios


Jn 15, 1-8

“1 'Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. 3 Vosotros estáis ya limpios  gracias a la Palabra que os he anunciado. 4 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid;  vosotros los sarmientos.  El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento,  y se seca; luego los recogen, los echan al fuego  y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,  pedid lo que queráis  y lo conseguiréis. 8 La gloria de mi Padre está  en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.'”

COMENTARIO

La imagen de la vid y de la viña era muy querida para el pueblo elegido por Dios. Por eso, su Hijo la utiliza para que comprendan, aquellos que le escuchan, que cada uno de ellos forma parte de la creación y que no deben querer separarse de tal viña.

Lo dice Cristo con toda claridad: no podemos hacer nada sin Él. Y eso, que parece muy radical se refiere a que no podemos hacer nada digno de ser tenido por haber sido hecho por un hijo de Dios y un hermano suyo.

Hay, sin embargo, una condición sin la cual nada de lo dicho antes, puede llevarse a cabo: debemos permanecer en Cristo. Y la permanencia en el Hijo de Dios supone, también, la permanencia en Dios mismo. Y así somos, verdaderamente, discípulos suyos.


JESÚS, ayúdanos a permanecer en Ti.

Eleuterio Fernández Guzmán


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