Lc 1, 39-45
“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a
la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a
Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo
el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con
gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y
¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis
oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha
creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’”.
COMENTARIO
Cuando el Ángel Gabriel
deja a María ella sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Una vez conoce que
la Encarnación se ha producido en ella sabe que su prima Isabel, allí en Aim
Karem, la necesita porque va a tener un hijo y es mujer de edad avanzada. Y
acude donde está.
A Isabel le debió soplar
al corazón el Espíritu Santo que su prima María venía y que lo hacía
acompañada, en su vientre, nada más y nada menos que por el Hijo de Dios. Muy
pocas personas sabían que eso era así.
Isabel sabe que su prima
María ha sido escogida por Dios para llevar a cabo una misión muy importante.
También sabe que María ha creído y que, por eso, todo se va a cumplir.
JESÚS,
gracias por tu santísima Madre.
Eleuterio Fernández Guzmán
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