28 de julio de 2017

Una parábola para bien entender


 Mt 13,18-23

18 'Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. 19 Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. 20 El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; 21 pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumba enseguida. 22 El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. 23 Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.'”


COMENTARIO

Que Jesús hable en parábolas es debido a lo que, aquellos que le escuchan, no acabarían de entender con un lenguaje más profundo. Por eso la que es del sembrador plantea diversas situaciones de quien recibe la Palabra y la Ley de Dios.

El sembrador es Dios que, con una santa y misericordiosa voluntad, quiere que sus hijos los hombres conozcan lo que es importante que conozcan.  Y siembra. El Todopoderoso siembra en el corazón de sus hijos lo que sabe que es importante. Otra cosa es como se recibida tal siembra.

La Palabra de Dios puede caer, en el corazón, de muchas formas. Las hay de todas formas y colores. Así, por ejemplo, desde quien todo lo recibe con gran ansia pero pronto la pierde hasta quien la recibe muy bien y produce mucho. Y tal es la situación, la última, que quiere Dios de nosotros, sus hijos.


JESÚS, ayúdanos a ser terreno fértil donde la siembra de Dios fructifique.

Eleuterio Fernández Guzmán


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