Jueves, 4 de mayo de 2017
Jueves III de Pascua
Jn
6,44-51
“En aquel tiempo, Jesús dijo a la
gente: ‘Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo
le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: serán todos
enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es
que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto
al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy
el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;
éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el
pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el
pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo’”.
COMENTARIO
Lo
que dice Cristo en este texto evangélico es más que importante. Y es que tiene
que ver con la vida eterna como destino de todo aquel que cree que Jesucristo
es el Enviado de Dios y el Mesías.
Hay
algo, sin embargo, que es crucial conocer y creer: es Dios quien escoge a los
que quiere atraer. Sin embargo, eso no es suficiente porque hace falta que
quien haya sido atraído por el Todopoderoso crea y acepta tal decisión de su
Creador.
Y
hay, sobre todo lo que dice Cristo, algo que nunca debemos olvidar: es Él el
pan bajado del Cielo. Por eso, sólo quien come de tal pan, del Hijo de Dios,
alcanzará la vida eterna. Sólo quien eso haga.
JESÚS, ayúdanos a aceptarte como el pan bajado del Cielo.
Eleuterio
Fernández Guzmán
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