5 de mayo de 2017

Carne y Sangre de Cristo

Viernes III de Pascua

Jn 6,52-59

En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?’. Jesús les dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre’. Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

COMENTARIO

Verdaderamente, lo que dice el Hijo de Dios en este texto evangélico es muy difícil de aceptar si no se comprende el fondo de la realidad. En todo caso, lo que sí hace falta es tener fe en lo que nos dice aquí porque, además, tiene relación con nuestra salvación eterna.

Todo se resume en decir y, luego, aceptar, lo referido a su carne y a su sangre. Sin embargo, no podemos negar que puede costar aceptar una verdad tan misteriosa como que la carne es carne que lleva a la vida eterna y su sangre es sangre que a la vida eterna lleva. Y eso es lo que propone Cristo.

Y dice Jesucristo una gran verdad: mientras los padres en la fe de aquellos judíos que le escuchan comieron el maná como el pan de cielo, no era el pan que lleva a la vida eterna. Y Cristo sí lo es.


JESÚS,  ayúdanos a aceptar tu sangre y tu carne.

Eleuterio Fernández Guzmán


No hay comentarios:

Publicar un comentario