Miércoles IV de Pascua
Jn 12,44-50
“En
aquel tiempo, Jesús gritó y dijo: ‘El que cree en mí, no cree en mí, sino en
aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo,
la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las
tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque
no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza
y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he
hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta,
sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y
hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo
hablo como el Padre me lo ha dicho a mí’”.
COMENTARIO
El Hijo de Dios dice
muchas veces verdades como las que dice hoy. Y es que la misión que había
venido a llevar a cabo suponía advertir de qué era lo importante para quien quisiera
ser discípulo suyo.
Todo lo que dice ha de ser
conocido y aprendido si es que queremos salvarnos. Por eso nos habla de que
quien cree en Él cree, además, en Dios mismo, que lo ha enviado. Y si es la
Luz, como lo es, creer eso supone aceptar a Quien lo ha enviado.
Pero debemos tener algo
muy en cuenta: rechazar al Enviado de Dios, al Mesías, supone rechazar a Dios,
que lo ha enviado. Por eso habla Cristo de lo que ha oído del Padre y por eso,
precisamente por eso, debemos aceptarlo como es y supone.
JESÚS,
ayúdanos a creer siempre en Ti.
Eleuterio Fernández Guzmán
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