Viernes XI
del tiempo ordinario
Mt 6,19-23
“En aquel tiempo, Jesús
dijo a sus discípulos: ‘No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay
polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más
bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni
ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también
tu corazón.
‘La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!’”.
‘La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!’”.
COMENTARIO
Lo que solemos querer
muchas veces no tiene que ver con lo que, en verdad, nos conviene. Y Cristo,
con ser Dios mismo hecho hombre, conoce a la perfección qué es lo que, en efecto,
debemos llevar a cabo.
Jesús dice con toda
claridad que es aquello que nos conviene: no es lo que en la tierra amontonamos
porque eso se ha de perder y siempre hay quien lo robe o malbarate. Es, al
contrario, la verdad: no debemos amontonar en la vida terrena sino, en todo
caso, hacerlo para la vida eterna.
El Hijo de Dios nos
advierte acerca de cómo podemos alcanzar lo bueno y mejor que tanto anhelamos y
que no es otra cosa que la vida eterna. Y nos habla de aquello que no debemos
tener en cuenta, de aquello que nos sobra y, en fin, de aquello que vale la
pena.
JESÚS,
ayúdanos a olvidar aquello que nos sobra.
Eleuterio Fernández Guzmán
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