13 de diciembre de 2015

Llevada por el Espíritu Santo


III Domingo de Adviento

Lc 1, 39-45.
                   
“En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’”.

COMENTARIO

Cuando el Ángel Gabriel comunicó a María que su prima Isabel estaba embarazada, ¡de seis meses!, no dudó ni un segundo en saber qué debía hacer. Se preparó y acudió a Ain Karen donde vivía junto a su esposo Zacarías.

La llegada de María fue muy importante para Isabel. Reconoció que llevaba al Hijo de Dios en su seno aquella que se había desposado con José. Por eso el niño que llevaba ella saltó de gozo y alegría: había conocido al Mesías.

Isabel sabe que María ha dicho sí a Dios y que el niño que lleva en su seno (de apenas unos días) es Quien el Creador había prometido enviar al mundo para que el mundo se salvase. Por eso también sabe que todo se va a cumplir, que ya se está cumpliendo.

JESÚS, ayúdanos a tener confianza en Ti.


Eleuterio Fernández Guzmán

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