27 de marzo de 2015

Las señales de Cristo Señor


                                      Viernes V de Cuaresma

Jn 10,31-42

En aquel tiempo, los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: ‘Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?’. Le respondieron los judíos: ‘No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios’. Jesús les respondió: ‘¿No está escrito en vuestra Ley: ‘Yo he dicho: dioses sois’? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios —y no puede fallar la Escritura— a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: ‘Yo soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre’. Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos fueron donde Él y decían: ‘Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad’. Y muchos allí creyeron en Él”.
                


COMENTARIO

Es bien cierto que, como muchos de sus contemporáneos gustaban mucho de los signos no tenían intención alguna de condenar a Jesús por los que había hecho. Era por otra cosa que tenía relación con su sentido de la fe.

Jesús dice entonces, y ahora, que Él había venido a llevar a cabo la obra de su Padre, de Dios. Por eso creerlo a Él era lo mismo que creer a Dios Creador. Y eso no era, precisamente, nada a su favor porque aquellos que le perseguían no querían, siquiera, plantearse tal posibilidad.

Jesús no podía morir entonces. Aún no había llegado su hora. Por eso se les escapa de las manos y va a otro lugar donde aún no lo estaban buscando. Y eso, lo que hacía fue, precisamente, lo que demostró que era el Hijo de Dios porque como muchos habían escuchado de Juan el Bautista, era el Cordero de Dios.


JESÚS, ayúdanos a tener por Quien eres.

Eleuterio Fernández Guzmán


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