5 de agosto de 2014

No debemos dudar nunca de Cristo



Martes XVIII del tiempo ordinario


Mt 14,22-36


En aquellos días, cuando la gente hubo comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.

La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: '¡Animo!, que soy yo; no temáis'. Pedro le respondió: 'Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas'. '¡Ven!', le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: '¡Señor, sálvame!'. Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: 'Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?'. Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: 'Verdaderamente eres Hijo de Dios'.

Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.”

COMENTARIO

Jesús oraba, como sabemos, con mucha frecuencia. Buscaba, además, lugares solitarios para estar a solas con el Padre. En la oración se dirigiría a Dios como el Hijo que era pues sabía que siempre le escuchaba.

Los apóstoles pescaban. En su labor diaria de trabajo debían pasar por situaciones como aquella del agua peligrosa. Pero Pedro, cuando ve a Jesús duda. Le dice “si eres” pues no estaba seguro de lo que estaba viendo. Más tarde vuelve a dudar y cae al agua. Le falló la fe.

Todos los que sabían que Jesús estaba cerca acudían a Él. Sabían que quedarían sanados porque estaban seguros que era el Mesías y el Enviado de Dios. Dice el texto que tan sólo con tocar algo de la ropa que llevaba. Y eso es confiar mucho en el poder de Dios.


JESÚS, muchos de los que son tus apóstoles dudan sobre Ti y otros, que se te siguen, no dudan para nada y quedan curados. Ayúdanos a ser del segundo grupo.




Eleuterio Fernández Guzmán


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