7 de mayo de 2014

Ir a Cristo


Miércoles  III de Pascua
Jn 6,35-40

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ‘Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día’”.


COMENTARIO

Jesús dice cosas muy importantes y convenientes para todos nosotros. Nada de lo que aquí se recoge carece de validez y, tanto antes como ahora, han de ser llevadas a nuestro corazón.

Ir a Cristo es ir al Padre. Por eso Jesús, que sabe tan gran verdad, no deja de proclamarla siempre que puede para que sea entendida. Por eso acercarse a Cristo, no abandonarlo o no dejarlo de lado es hacer lo mismo con Dios porque, como sabemos, Jesús es Dios hecho hombre. Y eso no lo deberíamos olvidar nunca.

Ir a Cristo, por tanto, es alcanzar la vida eterna, estar con Dios para siempre, siempre, siempre. Y, por último, resucitar el último día momento en el cual nuestra alma se unirá a nuestro cuerpo y será glorioso. Pero, para eso no debemos olvidar que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida.





JESÚS, todo lo que nos dices es crucial para nuestra vida… eterna. Ayúdanos a no tenerlo todo por no dicho.




Eleuterio Fernández Guzmán


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