13 de agosto de 2013

Ser como Dios quiere que seamos






Martes XIX del tiempo ordinario

Mt 18,1-5.10.12-14

“En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: ‘¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?’. Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: ‘Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños’”.


COMENTARIO

En tiempos de Jesús los niños no eran muy tenidos en cuenta. Como no servían, aún, para trabajar, poco se les miraba como personas. Sin embargo, Jesús sabía que el corazón de ellos estaba limpio de todo lo que los adultos tenían y, por eso los tenía muy en cuenta y recomendaba mucho ser como ellos.

No se debía, por lo tanto, despreciar a los niños porque era como despreciar la voluntad de Dios. Es más si sus ángeles ven continuamente el rostro del Creador es que, sin duda alguna, el Todopoderoso los tiene muy en cuenta.

Es más, Jesús sabe que quien no estuviera cerca de Dios podía ser recuperado para el Padre y para su definitivo Reino. Para eso había venido al mundo el Hijo de Dios y por eso mismo debía ser escuchado y atendido.


JESÚS, la inocencia de los niños lo es porque aún no está pervertido su corazón. A tal corazón, aún libre de tantos males, debemos parecernos. Sin embargo, es más que cierto que no siempre nos conviene eso porque estamos más que seguros de que somos mejores…





Eleuterio Fernández Guzmán


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