Miércoles XIX
del tiempo ordinario
Mt 18,15-20
“En aquel tiempo, Jesús
dijo a sus discípulos: ‘Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas
tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma
todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de
dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a
la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. Yo os aseguro:
todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que
desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro también que si
dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que
fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están
dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos’”.
COMENTARIO
Corregir al hermano en la fe que se ha equivocado
en algún aspecto espiritual es obligación importante de cada hijo de Dios. Por
eso Jesús recomienda lo que llamamos corrección fraterna. Vale la pena actuar
así porque es posible corregir tales errores antes de que vayan a más.
Pedir algo a Dios es fácil. Es decir, cualquier
hijo de Dios sabe que puede dirigirse al Padre cuando necesita algo porque sabe
que será escuchado y que le concederá aquello que le pide si es que le
conviene. Pero hacerlo en compañía de otro creyente supone manifestar una
perseverancia muy a tener en cuenta.
Jesús dijo que siempre estaría con nosotros hasta
el fin del mundo. Por eso ha de advertir que no estamos solos y que siempre que
dos, o más de sus hermanos en la fe, se encuentre reunidos en el nombre del
Hijo de Dios, Él está en medio de ellos, en medio de nosotros. Y así lo
creemos.
JESÚS, permaneces con nosotros muy a pesar de que, en demasiadas ocasiones,
pudiera parecer que no lo creemos.
Eleuterio Fernández Guzmán
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