14 de agosto de 2013

Cristo entre nosotros



Miércoles XIX del tiempo ordinario


Mt 18,15-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos’”.


COMENTARIO

Corregir al hermano en la fe que se ha equivocado en algún aspecto espiritual es obligación importante de cada hijo de Dios. Por eso Jesús recomienda lo que llamamos corrección fraterna. Vale la pena actuar así porque es posible corregir tales errores antes de que vayan a más.

Pedir algo a Dios es fácil. Es decir, cualquier hijo de Dios sabe que puede dirigirse al Padre cuando necesita algo porque sabe que será escuchado y que le concederá aquello que le pide si es que le conviene. Pero hacerlo en compañía de otro creyente supone manifestar una perseverancia muy a tener en cuenta.

Jesús dijo que siempre estaría con nosotros hasta el fin del mundo. Por eso ha de advertir que no estamos solos y que siempre que dos, o más de sus hermanos en la fe, se encuentre reunidos en el nombre del Hijo de Dios, Él está en medio de ellos, en medio de nosotros. Y así lo creemos.


JESÚS, permaneces con nosotros muy a pesar de que, en demasiadas ocasiones, pudiera parecer que no lo creemos.





Eleuterio Fernández Guzmán


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