Jn 1,35-42
“En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí
con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘He ahí el
Cordero de Dios’. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ‘¿Qué buscáis?’. Ellos le
respondieron: ‘Rabbí —que quiere decir, “Maestro”— ¿dónde vives?’. Les
respondió: ‘Venid y lo veréis’. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron
con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón
Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste
se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: ‘Hemos encontrado al
Mesías’ —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su
mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’
—que quiere decir, “Piedra”.
COMENTARIO
Juan, que seguramente había leído muchas veces al profeta Isaías, sabía
que el decir Cordero de Dios no era expresión genuinamente suya. Isaías, al que
tanto debemos desde que sabemos lo que quería decir y el que, como los buenos
vinos, gana con los siglos, que no ha perdido actualidad en lo que dice porque
la Palabra de Dios no pasa ni pasará nunca al olvido, ya profetizó que como un
cordero al degüello era llevado (Is 53,7).
Es la pregunta de Cristo ¿Qué
buscáis? la que establece un punto de partida importante en este texto. Jesús,
seguro conocedor de lo que pensaban (como pasa muchas veces en su vida y
recogen los Evangelios, por ejemplo en Mc 2,1-12 en la curación del
paralítico)no se limita a decir “como vosotros pensáis esto y aquello…” sino
que da la posibilidad de respuesta por parte de aquellos dos que le siguen,
para que manifiesten la disposición de su corazón, qué esperan de ese Cordero
de Dios.
Y Pedro, sobre el que Cristo
edificaría su Iglesia, cambia el nombre. De Cefas a Pedro. Su misión le había
sido dada. Y así, hasta hoy mismo.
JESÚS, como
cordero de Dios ibas a ser llevado al matadero. Pero antes, mucho antes, tenías
mucho que enseñar. Nosotros, sin embargo, y en demasiadas ocasiones, pudiera
dar la impresión de que se nos olvida.
Eleuterio Fernández Guzmán
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