Martes II de Adviento
Mt 18,12-14
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: ‘Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría
una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de
la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más
alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma
manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos
pequeños’".
COMENTARIO
En el tema de la fe es más que posible
que muchas veces nos sintamos sorprendidos por lo que nos dice que hizo el Hijo
de Dios. Como su corazón era el de Dios no podemos esperar que se comportara,
espiritualmente, como lo hubiera hecho otro ser humano.
Perderse en la fe no es muy difícil. Es
más, muy a menudo miramos para otro lado cuando nos alejamos de Dios y
pretextamos que, a lo mejor, es bueno para nuestra vida una cierta distancia de
Aquel que nos creó.
Jesús, sin embargo, entiende que debe
buscarnos a todos aquellos que nos hayamos perdido y así lo hace. Lo deja todo,
lo entrega todo, para que volvamos al seno de Dios y seamos, en verdad, buenos
hijos.
JESÚS, en muchas ocasiones somos como
aquellas ovejas que se pierden. Ellas, a lo mejor, lo hacen por instinto
natural pero nosotros, que es de suponer que tenemos mayor inteligencia, no actuamos
como debíamos.
Eleuterio Fernández Guzmán
No hay comentarios:
Publicar un comentario