1 de agosto de 2012

Darlo todo por la vida eterna



Miércoles XVII del tiempo ordinario

Mt 13,44-46

“En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: ‘El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

‘También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra’”.

COMENTARIO

Es común no tener en cuenta la importancia que tiene, para nuestra vida, la que es eterna y, en definitiva, nuestra estancia para siempre, siempre, siempre, en el definitivo Reino de  Dios. Y, así, nos apartamos del Creador porque, el fin y al cabo, porque no nos conviene seguirlo.

De forma muy contraria debemos actuar porque la vida eterna es un destino que nos es reservado por Dios para cada uno de nosotros. Cuando la encontremos, entonces, no queremos perderla nunca porque es un bien que ni tiene precio ni podemos esperar anda mejor de parte del Creador.

Pero también podemos buscar la vida eterna. Nos es dada por Dios porque quiere pero tampoco podemos negar que no podemos sentarnos a esperar que nos sea dada sin hacer nada. Por eso dijo San Pablo que no debía comer quien no trabajara...




JESÚS,  la vida eterna nos es entregada por Dios porque así es su voluntad. Nosotros, sin embargo, en demasiadas ocasiones, hacemos como si no supiésemos nada de ella y como si, en realidad, no nos interesara.



Eleuterio Fernández Guzmán


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