9 de junio de 2012

Dios sabe lo que hay en nuestro corazón





Sábado IX del tiempo ordinario

Mc 12, 38-44

“En aquel tiempo, dijo Jesús a las gentes en su predicación: ‘Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa’.

Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: ‘Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir’”.


COMENTARIO

Jesús sabía a conciencia cierta que muchos de los que decían transmitir la Palabra de Dios no lo hacían sino, en todo caso, la tergiversaban para llevarla a su propio granero y hacer de los hombres lo que querían.

Había que tener cuidado de las personas que no eran como tenían que ser y alejarse de sus actitudes. Además, Dios tiene reservado para tales personas un juicio en el que hará justicia y la misma, como es de suponer, no será nada agradable para ellas.

Por otra parte, dar de lo que sobra es fácil. Lo difícil es hacer lo mismo con aquello que nos es imprescindible. Eso hizo aquella viuda que,  a diferencia de los ricos que entregaban poco en proporción a lo que tenían, ella lo dio todo.



JESÚS, muchos estaban equivocados al respecto de la voluntad de Dios. Debían creer que bastaba con simular que se tenía fe incluso en el asunto de la limosna. No sabían, al parecer, y nosotros muchas veces tampoco, que el Creador siempre sabe qué hay en nuestro corazón.




Eleuterio Fernández Guzmán


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